Los profesionales sanitarios que utiliza Sacyl para la cobertura de incidencias, permisos de otros profesionales y guardias en las urgencias de los Centros de Salud, podrían mejorar la calidad y asegurar la continuidad asistencial en Atención Primaria si se modificaran sus condiciones de trabajo.
AMEACyL, 12 de febrero de 2018
El personal de área de Sacyl, que cuenta con 442 enfermeros y 588 médicos en Castilla y León, se creó a través del Decreto 93/2006, como solución al envejecimiento de plantilla, el incremento del número de exenciones de guardias y el déficit de personal en las bolsas de empleo. Las plazas de los profesionales de área constituyen casi la totalidad de las ofertadas en la última oposición de Médicos de Familia de Sacyl , a las que los aspirantes aprobados amenazaron con renunciar debido a las malas condiciones laborales, obligando a la Consejería a su negociación.
De acuerdo con las distintas Plataformas en Defensa de la Sanidad Pública de Castilla y León, y en defensa del deterioro sanitario en el que estamos inmersos, los profesionales sanitarios han pasado de trabajar para los pacientes a trabajar para los gerentes. La política sanitaria actual se está guiando por criterios puramente económicos, frente a la eficiencia social; situación que también afecta a los profesionales de área.
La Agrupación de Profesionales de Área de Sacyl (AMEACyL) ha surgido debido a la preocupación creciente de este personal por la arbitraria aplicación de la normativa vigente que desde 2006 regula al colectivo, debido a que no se aplica o se hace de forma parcial o inadecuada, permitiendo una interpretación diferente de la misma en cada gerencia de atención primaria, y que conlleva tanto un empeoramiento en la asistencia sanitaria prestada a los usuarios, como peores condiciones de trabajo y a nivel de retribuciones de estos profesionales.
El Real Decreto de Abril de 2012 que aplicaba las medidas urgentes para paliar la crisis económica, supuso el mayor ajuste para nuestro sistema sanitario. Al reducir el tiempo de consulta en los centros de salud y consultorios locales por el déficit de profesionales y de contrataciones, los usuarios acuden al servicio de urgencias de los propios centros de salud y de los hospitales, que a su vez produce una sobrecarga de ambos servicios con procesos no urgentes, y que conlleva una disminución de la calidad en el seguimiento del paciente y en la atención sanitaria en general, además del incremento del tiempo de espera en los servicios de urgencias.
El personal de área realiza la sustitución de vacaciones, la cobertura de permisos del resto de profesionales o la atención urgente en los centros de salud fuera del horario de consulta; los gerentes con su política de recortes pretenden obligar a este personal a estar disponible por si fuera necesario las 24 horas y los 365 días del año, el llamado modelo del "chico/a para todo". La falta de programación, que es previsible en gran parte de los casos, como los descansos de otros profesionales después de realizar sus guardias, hace imposible su conciliación familiar, además de no tener compensación económica por estar disponibles de forma permanente. Son profesionales más baratos, debido a que la Consejería no les abona, como al personal de los hospitales, el trabajo nocturno o a turnos, y realiza una proporción de las horas realizadas en días laborables de las realizadas en sábados, domingos y festivos, que lo convierte en un profesional de bajo coste en comparación con los de consulta de los centros de salud, cuyas guardias se consideran horas extraordinarias. Esta diferencia no es justificable debido a que los profesionales de área tienen la misma formación académica que sus compañeros, tanto médicos como enfermeros, y asumen igual responsabilidad en sus funciones.
Las plazas de los profesionales de área han generado problemas desde su creación, siendo consideradas por muchos profesionales "una aberración laboral". La situación en Castilla y León podría mejorar si se aplicaran otros modelos más equilibrados ya vigentes en otras comunidades autónomas, que no crean profesionales de "segundo nivel" y evitan la dependencia entre profesionales, por medio de la inclusión en los equipos de atención primaria o creando puestos de trabajo independientes, pero coordinados. La evidencia revela que la política sanitaria actual y el abuso del "chico/a para todo" supone horas extras para unos, y precariedad, desorganización asistencial, y desempleo para otros.